Tigre y Simba

Su humana nunca quizo tener gatos (los consideraba ariscos, independientes, fríos y vengativos), que Tigre y Simba aparecieran en su vida le hizo darse cuenta de la visión tan equivocada que tenía de ellos. Un día de Pandemia, en el que ya dejaban salir, su marido y ella fueron a la casita de veraneo de sus suegros en la montaña. Empezaron a escuchar maullidos y salieron, pensando que era la gata que había llegado a la casa hacía poco tiempo. Al empezar a llamarla, apareció corriendo directamente a sus manos una bolita peluda que más tarde se llamaría Simba; se lo mostró a su marido y, al volver a girarse, apareció otra bolita de pelo más clara que sería Tigre. Desde que los cogió en brazos supo que no quería separarse de ellos nunca más.